domingo, 5 de octubre de 2014

Oracio Biord Castillo...Historias recuperadas, héroes impuestos.



Los días sábado 20 y domingo 21 de septiembre de 2014 se reunió el VIIII Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela en Calabozo. La señorial y otrora capital del Guárico acogió ese fin de semana a un grupo de apasionados por la historia y la cultura del Llano y de Venezuela toda provenientes de diversos puntos de la geografía guariqueña, así como de otros estados vecinos. El evento fue promovido por el Ateneo de Calabozo y el Grupo de Historia Regional y Local “Efraín Hurtado” como un homenaje, en esta oportunidad, al vigésimo aniversario de la Orquesta Infantil y Juvenil “Antonio Estévez” de Calabozo. Entre sus organizadores destacan el doctor Rubén Páez y el profesor Ubaldo Ruiz.

La cita calaboceña permitió aquilatar el trabajo sostenido de tantos historiadores, intelectuales, profesores, estudiantes y, fundamentalmente, cronistas oficiales, populares y espontáneos así como promotores culturales de tantas ciudades y pueblos interioranos. Las ponencias e intervenciones abordaron temas novedosos que se aproximan no solo al interés permanente por las raíces y lo orígenes de los fenómenos sociales, sino que dan cuenta de cómo, más allá de los a veces estrechos cauces de los abordajes de la historiografía convencional, existe un sustrato sociocultural cuya fuerza empuja procesos dignos de historiarse y comprenderse.

Las etiquetas de regional, local, municipal, local, menuda o sencilla, incluso oral, aplicada a la historia como conocimiento del pasado (reciente o remoto) no deben enmascarar la necesidad de los pueblos de reapropiarse de su historia, de valorarla o revalorarla, según el caso, de rescatarla de las grandes pinceladas de la historia política, económica y militar y del culto excesivo de los personajes tenidos, en el pasado lejano, en el más reciente o incluso en la actualidad, como “héroes”. Estos, desdibujados de sus contextos y circunstancias históricas concretas, son invocados para justificar ideologías, proyectos e incluso tropelías. La historia del estado nacional venezolano es un excelente ejemplo de ello. En dos siglos de historia abundan los mitos y héroes republicanos encarnados en personajes de carne y hueso a quienes se les termina rindiendo un culto distorsionador de la historia y destructivo, encubridor de situaciones injustas y generador de invisibilidad social, cuando no de odio y divisiones.

En todo caso, el estudio de la “pequeña” historia depara sorpresas para la adecuada reconstrucción de la “gran” historia o de la historia etiquetada de “nacional”, es decir, la correspondiente a los estados nacionales, y de lo que de manera muy genérica se pudiera llamar la identidad “nacional”. Sin embargo, no ha de entenderse que la simple sumatoria de las historias regionales y locales constituye la mal entendida y peor asumida historia “nacional”. Aquellas y estas son más amplias y complejas. No se trata solo de un mero juego de espejos. Obviamente lo grande afecta a lo pequeño y, en menor medida, si se quiere, lo pequeño queda reflejado en lo grande, cuando no es una expresión suya. Pero lejos de ser un proceso mecánico y unilineal, constituye una realidad compleja y rica de matices y claroscuros.

Entender lo “pequeño”, las dimensiones vivenciales de lo local y lo regional y sus aportes a la construcción de lo “grande”, es decir de un país, tiene una pertinencia irreductible e irrenunciable para entender la esencia y los constituyentes estructurales de un formación sociohistóricadeterminada.

El Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela, celebrado por octava vez en Calabozo, nos recuerda la pertinencia de lo “pequeño” para comprender los procesos “grandes” y “complejos” de la historia venezolana, en especial en las circunstancias en las que vive o sobrevive, mejor, el país. No se trata de advertir, como si la historia se repitiera, posibles errores, pero sí de llamar la atención sobre hechos tan parecidos a otros del pasado que pudieran resultar aleccionadores. En esos días del Encuentro Calabozo, por ejemplo, se encontraba llena de turbación y sorpresa ante la erección, en una histórica plaza dedicada al gran prócer zuliano Rafael Urdaneta, de una estatua pedestre, de mayor tamaño y colocada sobre un pedestal más alto, de una sospechosa figura aún recubierta por una tela que solo dejaba adivinar una mano haciendo un saludo militar. ¿Algún héroe impuesto? ¿Algún prohombre de la coyuntura política?

Los aplausos de las masas son tan efímeros como cambiantes sus posiciones y simpatías. Muchas estatuas de tiranos y falsos héroes han sido derribadas en diversas latitudes en diferentes momentos del acontecer humano. ¿A quién se le habrá ocurrido mancillar al general Urdaneta y compararlo burdamente con quién, desmerecerlo de esa manera?

Recuperar la memoria histórica evita, precisamente, que los pueblos sean víctimas de inventos y falsificaciones de su pasado. Enhorabuena, señores organizadores del VIII Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela en Calabozo, una ciudad que también conoció en el pasado los efluvios del poder que la despojaron incluso de su capitalidad guariqueña.








Horacio Biord Castillo
Investigador, escritor, profesor universitario
Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua
Individuo de número de la Academia de la Historia del Estado Miranda
Jefe del Centro de Antropología del IVIC



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